Evangelio de San Mateo 13, 31-35
Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo.
Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.»
Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.»
Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliese el oráculo del profeta: Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.
Palabra del Señor
Reflexión por el Padre Gonzalo Gómez / sacerdote eudista CJM
Iniciemos el día leyendo dos hermosas parábolas de Mateo, que se encuentran en el capítulo 13. La primera la podemos llamar El grano de mostaza y la segunda La Levadura.
Fijémonos en el primer momento; es una parábola sorprendente que cambia la mentalidad y los horizontes de Israel. En el pueblo de Israel se entendía a Dios en majestuosidad, en grandeza, por eso todo lo que se hablaba y se refería a Dios era el excelso, magnífico, extraordinario; pero hoy Jesús nos dice que El Reino de los Cielos se parece a una semilla de mostaza.
En ese momento, esto causó extrañeza en la mayoría de los oyentes, porque esa semilla es tan pequeña que es casi imperceptible en la mano de la persona que la coloca. Y así es Dios, no está en la exterioridad, en la extravagancia, sino está trabajando en el silencio; en cada persona, transformando nuestra vida, cambiando nuestro corazón, dándole consistencia a nuestra realidad.
Pero más adelante ese silencio se manifiesta en testimonio y así como esa semilla da poder a un árbol grande que las aves del cielo anidan allí; así es la vida de todos nosotros en el silencio es que Dios va trabajando; nos permite crecer y consolidar nuestra experiencia de fe.
Bueno miremos la segunda parábola. ¡Una mujer!, qué interesante el rostro del Reino de los Cielos con presencia femenina esto es insólito en dicha época; esto llama la atención, esto cautiva los oyentes.
Una mujer que amasa el pan; la casa es el escenario de las relaciones y es el pan el que congrega a esta familia, a ese sembrador que ha salido, a este hombre que se dedica al trabajo para cuidar y mantener a la familia pero no tendría razón de ser si en su hogar no existe la hoguera; el fogón encendido, calientico el pan, el pan que da vida el pan que da existencia el pan que permite crear relaciones.
Así es Dios dándonos en la cotidianidad su AMOR, invitándonos a una existencia cada día mayor. Pensemos al comenzar este día que Dios trabaja en el silencio para que nosotros demos testimonio y que se hace presente en lo cotidiano de la vida: como en el alimento que nos permite crecer, en nuestras relaciones y nuestro rendimiento con los demás.
Soy el padre Gonzalo Gómez bendición para todos.