Evangelio de San Mateo:
Entonces le fueron presentados unos niños para que les impusiera las manos y orase; pero los discípulos les reñían.
Mas Jesús les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos.»
Y, después de imponerles las manos, se fue de allí.
Palabra del Señor
Reflexión por el Padre Gonzalo Gómez / sacerdote eudista CJM
El Evangelio en esta ocasión nos hace pensar en las grandes dificultades sociales que habían en tiempo Jesús. Un grupo que más se marginaba es el que aparece hoy en el relato bíblico; los niños no, sucede hoy igual entre nosotros por qué la cultura nos ha enseñado que hay que defender al niño y hay políticas de estado, hay estructuras, hay organizaciones que se dedican a este desarrollo.
Cuidar, defender, proteger la validez de un niño; si llegase a pasar al interior de su propia familia, al interior de su hogar o que algo estuviera afectando emocional, física o espiritualmente al niño se puede intervenir.
En tiempo de Jesús no, el niño tenía que ser mayor de edad, de lo contrario estaba relegado; no era explotado, era marginado; como le pasaba a la mujer, al enfermo o al anciano por dar un caso.
Qué dice Jesús hoy; Jesús está haciéndole cambiar la mentalidad a sus discípulos ellos obraron como era la cultura marginal de su época. Rechazar y no permitir la posibilidad que un niño se acercara a Jesús.
Pero el Señor nos está enseñando que si no cambiamos la mentalidad pues no podemos acceder, no podemos tener criterio para hablar, para valorar, para pensar en el Reino de los Cielos; que al igual que un niño se confía en el adulto y en este caso un niño que se confía en el padre, así es un creyente que extiende sus manos a Dios para que Dios lo dirija lo direccione, lo guíe y lo acompañe.
Que esa sea la actitud de hoy; no de rechazo nadie está llamado a rechazar nosotros no colocamos conductas de marginación en la vida cristiana, colocamos caminos tendemos puentes para que todos acercándose a Dios busquemos la presencia de Cristo en cada uno de nosotros.